He visto arder la rosa y florecer el canto.
Allá en tu patria, sé que me esperas
Acá en mi patria, yo te recuerdo
Y he visto también el vasto oleaje de la tarde
en la pestaña del día
junto a una taza de café.
Mi cuerpo aquí, mi mente allá.
La distancia es fuego
que me quema de ansiedades,
pero mientras arde el amor, arde la vida
y atravieso la piel del almanaque,
la piel de mi alma
la raíz del pensamiento,
mi quehacer, mi historia…
Y en la erupción de mi corazón
llego a tu mente en los zapatos de la tarde.
¿Cómo hacerte entender, que eres mi pan,
Mi afluente, mi vocación, mi filosofía,
las veinticuatro horas
de cada uno de mis días?
Un atrevido manantial sonoro,
Reina azteca, luchadora continua.
Puede que la espera se canse
y se acorte el futuro del día
para que florezca el pino de tu casa.
Será una tarde, si, será una tarde
La que yo necesito para dibujarte en mi vida
he instalarte en mi destino,
en el centro de mi mapa
en la tibieza del hogar hoy ausente
y quedarme allí para renacer.