Déjame que yo me rompa
y me deshaga en canciones.
Mis versos serán las notas
de todas mis ilusiones
en pentagramas de estrofas,
donde colgar mis pasiones.
No habrá llantos en el cielo
ni lágrimas en mi cara
tan sólo un compás muy lento
del silencio que nos habla,
donde afloran los deseos
al esperar tu llegada.
Es la canción de la espera,
que va tocando a su fin.
Son sonidos de trompetas,
que siempre me hablan de ti
y que me anuncian que llegas
y que vienes junto a mí.
Dichosos serán mis ojos
cuando te vea llegando.
Yo me postraré de hinojos
recibiéndote en mis brazos,
que sentirán el antojo
de estrecharte amartillados.
No habrá jamás nunca un beso
como el que te espera aquí:
te hablará de mis deseos
y te dirá: “soy feliz”,
pues tú siempre eres mi sueño
y soñarte… es vivir.
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