“He leído la mitad de lo que debo,
he escrito mucho menos de lo que pienso…
y pienso que me debo la mitad de lo que sueño”
Hoy desperté
vacío y cansado,
hoy desperté
y me alcanzaron los años:
50 grandes
color dorado…
Hoy desperté
y miré mi pasado:
camino de nubes,
mi cielo mojado…
y después
los ojos de un niño,
el rostro de algún anciano,
una vara se tuerce
con la voz del viento
en el camino largo...
Hoy desperté
y me alcanzaron los años
50 grandes
color dorado…
Tal vez me iré
un día
hacia algún lado
el que nunca soñé
donde nadie
me haya esperado.
Hoy desperté
sin signos ni milagros
y que bien que lucen
enumerados,
hoy desperté
y me alcanzaron los años:
50 grandes
color dorado...
Escucho viejas canciones
y te leo.
Me pregunto
¿para quien escribo yo entonces?
y te leo aún más lejana que ayer.
Hoy hablé con una amiga
y hablamos del cementerio de Baigorria
y colocamos en el florero del dolor
algunas flores de acero.
Es triste la vida
si la miramos
desde ciertos ángulos,
tal vez si cambiamos de foco
podemos ser al menos
algo felices,
o menos infelices,
según miremos
el vaso medio lleno
o el vaso medio vacío,
entonces me re pregunto
¿para quién escribo yo entonces?
Acabo de leerlo a Borges
¿Yo? ¿A Borges?
¿Yo, que tanto lo odiaba?
El odio es ignorancia,
acabo de darme cuenta
y reconocerlo,
yo creo que nadie me lee
y sin embargo
se que tú me lees
entonces
puedo sentirme satisfecho
ha sido un día terrible
pero tú sabes
que yo te quiero,
apoyo mi mirada
en el paisaje
la ciudad sigue siendo gris
y asfixiante
pero yo pienso
que tú suspiras
y se abre en mi
un panorama nuevo
“la sonrisa”
quiero reirme de nuevo,
quiero sentarme frente a tus ojos
y reirme
saber que estamos vivos
como esos peces
que nadan hacia su destino
y poder ver el sol.
Ahora comprendo
a las viejas culturas,
no hay nada que supere
tu cuerpo bajo el sol radiante,
hay cosas como la sal y el sol,
insospechado juego de palabras
que para mi significan
placer y vida.
Borges tenía razón
y el turco Asis lo dejaba
explícitamente dibujado…
Flores robadas de los jardines de Quilmes
y la libertad de ser joven y peronista.
La vida tiene un solo sentido,
el horizonte
llega hasta tus piernas
y el sol me ilumina el camino.
Las flores de acero
tienen la ventaja que duelen
pero jamás se marchitan.
He partido una tarde
en calma
sin lágrimas ni pañuelos,
si parecía hasta una fiesta.
Cuando el amor se iba
y la vida me devolvía
al eterno duelo.
Solo con tiempo
supe escuchar la voz
aquella que llega
desde muy adentro.
“cuanto la quise,
cuanto aún la quiero”,
¿Aún la quiero?
me dije, me digo…
siempre me diré,
y es extraño extrañar,
bajo la gorra
tantos recuerdos,
allá quedaron los hijos,
la casa,
los santos martirios,
allá quedaron los sueños muertos.
Más allá del bien o del mal
sangran aún,
si, sangran aún
aquellos tibios
fríos besos
y este azulado río
me devuelve al mar
con su aire
de tristes vientos.
La soledad me sopla al pasar,
oleadas, remordimiento,
la huella gris
que pinta todos mis versos.
El camino largo
hiere,
se abre paso
entre poema y poema
parte al monte
que se erige horizonte
de sombras y fracasos,
y la congoja
de amaneceres pálidos.
El camino largo
hiere,
marca cicatrices
en el alma
con sus pasos.
Antes fue silueta,
ojos agazapados,
y sin embargo
fue casi dulce su presencia
y fue llanto
de ojos de miel y canela
en la ausencia
de su regazo.
Esperanza en cada piedra,
esperanza en cada tramo,
esperanza, esperanza...
sueño trunco en la distancia:
recuperar lo jamás sembrado.
Si, el camino largo
hiere.
He visto morir una estrella,
se ha marchado su luz
y mi alma
ha quedado huérfana.
Divagan mis palabras,
balbucean,
sin sentido se vuelan
y se vuelven
como esas pequeñas
aves negras,
van y vienen,
se marchan,
desaparecen
por el mismo cielo
celeste y blanco
que tantas veces
las vio claudicar.
Le miento a mis ojos,
le muestro imágenes secretas,
espejismos rotos
de caras inciertas.
Espero al ángel bajar,
alguna vez,
jardines
alas que me la devuelvan.
La tristeza…
la tristeza me carcome la piel,
se impregna en cada poro,
y pienso en aquellas
pequeñas rubias cabelleras,
y entre tanta gente
me absorbo,
me siento solo,
evoco,
me derrumbo
ante tantos errores del pasado
y se que a veces
tuve a ese tan ansiado ángel
sentado en mí mesa.
Si, lo tuve.
No supe abrazarlo,
retenerlo o liberarlo
para la redención
de mis pecados
o para la liberación
de mis recuerdos malos.
El camino largo
hiere...
He partido una tarde
en calma
sin lágrimas ni pañuelos,
entre el empedrado
y el musgo del tiempo,
olvidado,
las historias se disuelven,
miles de pisadas
y solo,
solo una huella.
Se apagó el amor,
se fue su luz,
se murió mi última estrella.
”El destino es horizonte
y nuestras vidas fueron
siempre eternas paralelas.”
En el nombre del poeta
vuela libre esta paloma,
laurel,
mi guitarra y mis letras.
Algunos me llamaron profeta,
genio, gringo,
y algún otro
“Poeta urbano”,
y creo noblemente
habérmelos ganado,
aunque casi todas las mujeres
me dicen simplemente
gato…
En el nombre del poeta
quiero decirte
que mi canción sigue sonando:
“No me pesa la tristeza
ni el amor ni el desamor
ni la ternura ni el dolor
ni la luna ni el sol
no me pesan los sueños ni los celos
ni las miserias ni los milagros,
no me pesan ni los miedos
ni tu llanto ni mis años”
Mil historias,
amargas penas
o dulces gotas
otrora glorias
tal vez me castigaron
y en mi mochila
con alegría y con dolor
las he llevado cargando,
con la vista al frente,
en mi corazón latente
mil batallas he librado
para romper las cadenas,
para bailar sobre una rosa
en nubes de algodón
o en tu propia flor
de pétalos dorados
para vivir en tu luz
o en tus sombras,
para vivir de una ilusión
o en tus párpados apretados.
Destino no me llores,
ausente o presente,
\"no seré yo quien te duela\"
y siempre seré tu iluminado,
yo también alguna madrugada
amanecí llorando…
Muchas veces me fui
y de espaldas me has mirado
otras tantas he vuelto
y me extiendes tus manos
“te quiero gringo,
te quiero gato,
¡cuanto te amo!”
si sabes que te daría las estrellas
aunque venga con el cielo cambiado.
Jamás te abandoné
ni le fui infiel a mi retrato,
solo me fui para no hacerte daño
y volví porque te amo
Recuerda siempre mi nombre,
“poesía”
mes tras mes, año tras año
atrapa mis historias
para que tus sábanas
tengan un sueño blanco,
mírame,
mírame a tu lado…
en el nombre del poeta
que jamás te ha olvidado
y te ha extrañado tanto...
Princesa
siempre estarás
en mi camino de tinta y sangre,
por mis venas,
y en mis versos
caminando…