Sonatas destructivas
Hablo de la ciudad de los hombres
donde las palabras golpean vacías
donde las lágrimas inundan las calles
y se repiten las esquinas de la soledad
y no parecen existir atardeceres.
Donde son eternas las precesiones del olvido
y el poeta que desangró sus venas
por una mujer que no amo,
de las vidas desaparecidas en la noche
o el miedo con el cual respiramos
y de los corazones que ya se rindieron
Hablo de la ciudad de los hombres
donde no he vuelto a mirar el reflejo
de los amigos en los ojos,
también de sus campanas oxidadas
cansadas de llorar a todos sus muertos
de sus estatus violentos y de la mirada llena de niebla
o la boca donde la muerte quiso quedarse
Hablo de las voces sin escuchar
y que son las mismas que escuchas.
Por qué no de la historia con la cual minamos el futuro
y los amplios mares de cemento separándonos
y un pájaro pariendo fuego sobre las madres y sus hijos,
sobre la tierra y el agua.
Hablo de poesías y de la infinita edad de los recuerdos
porque la memoria aun guarda todo:
guarda nostalgia, amor, versos,
guarda vidas, guarda historia
Quizás el viento nos lave la culpa de nuestras caras
el peso profundo sobre nuestros sueños
solo para fingir una esperanza o sencillamente una rosa
Y esta es la ciudad de los hombres,
de putas y relojes de libros y mentiras
y aquellas nuestras historias
que no defendemos y con la cual cerramos las puertas
detrás de nuestras almas así como esta ciudad,
como este hombre, como yo y como tú.