Esperamos el viernes
desde el lunes que gotea sus horas lentas
en el molino recurrente que tritura
las semanas y los meses.
Esperamos la gota de la lluvia
en la punta de la aguja que pespunta
el hilo de una despedida.
Esperamos la flor de la saliva
en la lengua que seca avemarías rotas
o en el dicho que avecina
palabras que no están de moda.
Esperamos que se ondule la planicie
de su vientre con las olas
que vienen junto con las manos tibias
y desperezan a la vida
dejando insomnes los sueños que todavía respiran.
Esperamos sentados en la puerta de la casa
que la muerte pase de largo
sin mirarnos de reojo
sin que sienta
que la estamos nosotros también mirando
caminar calle abajo.