RICARDO ALVAREZ

PACHAMAMA - de anuario

 

GEA madre de altar.

Rodando llega tu fecundo vientre al amanecer,

con tu ombligo de intemperie al viento.

Cita de leño y llama fue tu hora exacta con el padre sol

al soltar tus fragantes feromonas de sensual mujer /

el velo del cielo bajo la usina natural del fuego

como una múltiple fabrica de útiles espermas.

Expulsó la luz su claridad de dones

en blanca espuma de misil,

iluminando tus genes con su nutriente corpúsculo,

pariendo hermanos del fermento de la avena y

los dorados coágulos del cereal.

La verde hierba cubrió tu piel de lene tempestad

y los potros sementales dejaban su huella en canto de honra.

El lirio conjugó su lenguaje y

la gruesa rosa multiplicó sus variados colores.

La inmadura amapola ensanchó su figura poderosa

con tu proteica carne.

El futuro del reino animal

quedó pendiendo de tu aliento de entrega vegetal.

Dejo en ti mi brillo de ojos en testigo,

mi pecho abierto en lozanía a tu abrazo de regocijo

al cuidado que resguardas a todos tus hijos.

Suave tela en que mis pies reposan su cansado deambular.

Cándida tu mirada guardiana que escruta de lo profundo.

 

Desprendiste tu aroma de sutil vid acumulada

abriendo los dedos de la parra blanca,

cuando los racimos llovían su destilado jugo noralí,

abrías tus alas de albatros

y el señor de las nubes sacudía su puerta de polvo/

Estiró sus ventanas cuando entraba tu amor de sacrificio madre y

y la dulce voz del natural oboe refrescaba tus mejillas.