¿Y el sueño aquel de cruzar, caminos de subir montañas
de volvernos cóndores, dónde se estaciona?
¿En que recodo del camino detuvo su paso?
Esta el deseo sobre el pico más alto de nuestra historia
y contemplo el vacío y no estás...y no estas.
Y... se me ocurre, que eres de barro húmedo y perfumado
que moldeo con mis ansias, que saboreo con mis dedos.
Camino por laderas y te busco, en las vertientes
que salpican gotas de soledades
y te encuentro en el silencio de un adiós medio resuelto
volteo la mirada y te encuentro
salpicando palabras que me atraen a tu mundo de inquietudes.
Parpadeo y te veo nuevamente con los brazos extendidos
llamando mi nostalgia y mis recuerdos
y me parece que estas en el crepitar de las chamizas
que enciendo en la frialdad de mis noches consteladas.
Te palpo en el río que me recorre y que me palpita
cuando te busco en el silencio de mis horas de hastío.
Bajo por laderas de piedra tierra y grama...
el cielo va tornándose gris y resbalo al contemplarlo.
Una piedrecilla que rueda por la pendiente
me semeja tu espíritu ancestral y milenario...
y pienso en tu semblante originario de la tierra nuestra
y tiemblo de emoción por encontrarte en mi memoria
y lloro de dolor de saber que no te encontré.
Que no encontré tus manos en mi rostro
Que no encontré tu voz en mis oídos.
Que no estás, y aunque mis sentidos te recuerden
no estás, no estás …no estás...