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¿Se puede ser joven y hablar de la experiencia avejentada?
Porque, si deseás que te hable, mejor escriba, así lo siento;
siento que los años se me hubieran pasado avisando nada
cuando te tenía junto a mí, en mi vida, cercana a mi lecho.
La exigencia de mis horarios se partieron sin programación
quedando hecho en un desorden que ameritaba vivir tu sello.
Había cambiado la vida por completo despojando de prisión
para encerrar mi libertad solitaria en la jaula de tu fino cuello.
¿Vida perfecta? La tuve el instante en que conocí tus estrellas
la noche que nos perdimos en el parque en medio del silencio
mientras los demás pensaban nos habíamos dormidos en ellas
pero solo hicimos un viaje nocturno con la luna como sereno.
Te hice una promesa de amor eterna por morir con su esencia
y el tiempo se mostró compasivo con sus agujas en mi cuerpo
por acupuntura fue aliviando cada prueba de nuestras tristezas
demostrando que los días sumados fueron sueños que vivieron.
Entonces, ese amor que nació de tu boca y yo lo pude confirmar,
hasta el día de hoy sigue siendo la fuente que me ilumina lleno
recordándote que tu paso de princesa nunca me lo verás borrar
pues aún desde el cielo, cuando no me veas, amaré tu recuerdo.
Vito Angeli