Te has ido, ya no estás a mi lado y tu partida me envuelve en una sensación que casi no me deja respirar, hoy es tiempo de tristeza y es bueno y justo que así sea, más adelante llegaran los recuerdos y mucho después aunque sea improbable, el consuelo, pero hoy no frenemos las lágrimas, es necesario llorar, desahogarnos y no reprimir nuestros sentimientos y emociones.
Llorar sola o en compañía, en silencio o a gritos, emitir el llanto como una queja, con impotencia, con todo nuestro dolor. Hasta que el tiempo de las lágrimas pase, dejándonos una sensación de cansancio y de alivio, una calma exhausta que nos permitirá a pesar de todo, continuar.
El dolor no ha desaparecido, y tal vez nunca lo haga, pero la rebeldía y la desesperada angustia de los primeros momentos se van atenuando, van dejando paso a la vida.
Llegará el tiempo de la memoria, de celebrar el legado que me dejaste, será una huella imborrable pero en todos los casos, este es el momento de sufrir y de borrar lo que en mi provocaste alguna vez, para que el corazón renazca y así poder revivir tantos momentos únicos, no con la nostalgia del pasado, sino con la satisfacción de que creaste momentos bellos, que te amé pero todo se lo llevará el pasado, con la ilusión de volver a amar.