(Homenaje a Nicolás Guillen)
“Alcemos una muralla
juntando todas las manos;
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos”
Además de detestable,
aislar las manos es cruel;
la libertad de la piel,
es derecho inalienable.
La omisión es condenable,
es censurable quien calla.
Se precisa de una valla,
sin colores, con derechos;
que vengan todos las pechos,
alcemos una muralla.
Una muralla de amores
que se oponga a la exclusión;
para parar la escisión
de razas y de colores.
Juntemos nuestras labores
como pétalos humanos.
Vengan dichosos, ufanos,
adosados sin quebrazas,
seres de todas las razas,
juntando todas las manos.
Que las manos vengan todas,
llenas de fuerza, unidad;
que sea la afinidad,
el motivo de sus odas.
Cual un coloso de Rodas,
es el cuerpo, que ya integras.
En la muralla te alegras,
cuando juntan en los flancos,
sus blancas manos, los blancos,
los negros, sus manos negras.
Las manos son los faroles
de la muralla dichosa;
es férrea hermandad gozosa
donde se encienden crisoles.
La pared cumple sus roles,
hace de dos, dos hermanos.
Vuelve el ser, a ser humano,
cuando ofrecen sus reintegros,
sus negras manos, los negros,
los blancos, sus blancas manos.