Llueve y el alma con sombrilla en mano
se oculta de las inminentes gotas,
que se desploman de los ojos de cielo
de la solitaria balsera a la que el dolor
del amor embarga.
Lágrimas azules penetran en lo más profundo,
en las olas tormentosas de las desilusiones,
allá donde se agitan las sombras de las soledades.
Y bajo la esperanza inmortal,
un madero entre las crestas se asoma,
para impedir que se hunda
la amorosa mujer balsera
entre las gotas de lluvia
hechas de mar.