Corren ríos enteros por todo mi cuerpo,
ríos de locura, de amor y de miedo
que bañan e impregnan de dudas mi alma
pero se disipan al ver tu mirada.
Mirada que escondes tras pocas palabras;
palabras calladas que hablan con miradas
Es inevitable sentir tu presencia
Sentir que me miras, aún en tu ausencia
Dejarme llevar por tus manos suaves
hasta el tercer cielo, del que pocos saben.
Haces que mi tiempo se traduzca en nada
Las horas se pasan como llega el alba
que en pocos minutos y en nuestra mirada
transforma en un día a la fría madrugada.
A veces pensando dibujo tu cuerpo
con miradas fijas y siempre sonriendo
Pero no he podido imaginar tus besos
esos que del alma me dicen “Te quiero”.
Dibujo tu sombra dentro de mi pecho,
Tus pasos tranquilos y tu andar perfecto,
y poquito a poco y con mucho silencio
tus pasos te llevan mucho más adentro.
Donde tiene el hombre un pequeño desierto
Jardines montañas y hasta un juramento.
Allí cabe el odio, y hasta cabe el miedo
Caben las palabras de amor y consuelo,
Caben los recuerdos sean malos o buenos
Y hasta las sonrisas que un día le dieron
Ya tú has caminado en aquel, mi desierto
Cortaste una rosa en mi jardín esbelto
y montaña abajo regaste sus pétalos
mientras te enterabas de aquellos secretos…
Has sacado el miedo que habitaba ahí dentro,
Escribiste versos donde había desprecio.
Me siento distinto contigo en mi pecho,
y te pido a gritos ahora que te siento
que estés todo el tiempo que quieras ahí dentro,
pero que no dejes de seguir sonriendo.