Un día volvió el amor hacia mí,
sentí su recorrido por mi sangre,
por mi linfa, por mis lágrimas,
y se quedó recorriéndome todo el cuerpo.
Hasta llegó a subirse a mi cerebro,
acaparando otra vez mis pensamientos,
mis bellas ilusiones, mis sueños ,
y no pude ya pensar en otra cosa.
Luego, cual fuerza de un tornado,
se apoderó otra vez de mi corazón,
de cada sístole, de cada diástole,
y empecé a amar mas que antes.
Recorriéndome a cada instante,
el amor me obligo a darle vida,
le dí con mi sonrisa y con mi llanto,
porque también el llanto es vida.
Lo adorné con rosas y claveles,
con fantasías, con poemas y cantos,
con besos puros y pasiones de ensueño,
porque al amor hay que darle vida.