Cuando vuelves y te tengo,
te esparces después
en el intervalo de los reencuentros.
Para volverte a tocar,
necesito de tus playas,
de tus gaviotas desenfrenadas,
de tus deleites de arena;
justo del lugar, donde crece la brisa.
Para volverte a tocar
necesito de las distancias,
de la carretera abierta,
de las miserias del tiempo.
Cuando vuelves y te tengo,
me inflamas la anatomía,
se me crecen las pasiones,
me haces de fiebre la piel.
Cuando vuelves,
para volverte a tocar,
sólo necesito extender los labios,
palpar tu desnudez,
acariciar la próxima cita.
Cuando vuelves,
para volverte a tocar,
hago juntar lo real
con el antojo de mis sueños,
tus aguas, con mí valle de sol.