Mi querida reina de los mares,
y emperatriz de los navegantes perdidos.
Eres abundante, como el sol que nos saluda,
eres fertil de amor y de sonidos,
refrescas como el agua de montañas,
y en tus ojos no hay olvidos.
Tu alma tibia y generosa
es mi pán y mi aire,
mi oxigeno oxigenado
y mi nitrógeno alado.
Eres comno el volantin de septiembre
serpenteaste en mil cielos,
revoloteas en destellos
y saludas desde arriba la ciudad perdida.
Amor de mis sueños
y amada de mis despertares.