Estaba sentada en el frente
cuando yo pasaba cada mañana,
siempre me miraba tan sonriente
y yo correspondía a sus miradas.
Era una vecina respetada
que siempre se daba su lugar
ella ansiaba verme pasar
cuando salía a cumplir con mi jornada.
Siempre allí, parada en la ventana
me sacaba alguna conversación
y por respeto y educación
a pesar de mi premura, dialogaba…
Hasta que un día ya cansada
de tanto mirarme pasar
se armó de valor y pudo hablar
para darme de su amor la declarada;
me dijo así como apenada
como quisiera tener tus veinte
con esa juventud que se evidencia
pero ya vez hoy tristemente
tengo ya pasados mis setenta,
y el amor para mi es cosa de broma
pues me he quedado solterona
porque siempre esperé alguien así;
para amarlo con pasión y frenesí...
El amor conmigo fue cobarde
pues te he conocido demasiado tarde;
pero el sólo verte me hace feliz.
Y yo un poco asustado y temeroso
sentí compasión por esa dama
y le dije: Vecina, hasta mañana
la dejo pues mi horario es a las ocho.
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