Esa tarde:
Llegaste una tarde de otoño
Apareciste como brisa suave
En mi silencio tormentoso...
La calidez de tus ojos
Emanó mi ser, una
Luz soñadora, llena de
Esperanza.
Tu voz inquietó mis sentidos
Y pude recordar la palabra Amor...
La alegría invadió mi espíritu
Como un rocío al amanecer.
Perpleja te miraba sin saber la razón
La paz recorría mí
Cuerpo, transe de energía,
Destellos de inocencia, era
Lo que sentía.
Desde esa tarde empecé a delirar
Sin cuentos de hadas, sin libros encantados,
Sino, con mi propia vida.
Bendigo aquella tarde, que sin buscarte
Llegaste a mí, pintando arco iris, dejando
Aromas de rosas con sólo tu mirada.
Pilar y Poesía