Ese día que espiándome te vi,
Sin vacilar a tus brazos corrí,
y mientras aun pensabas
esconderte de mí,
hasta ti Llegué volando cual colibrí;
Y aunque mirada de pena me diste,
Con ello rápido reviviste,
La ilusión de en mis brazos dormirte.
Y cruzamos las miradas,
Y con ello nacía, Nuestro cuento de hadas,
No sé cómo te encorvaste,
Pero el objetivo de verme lograste,
Y con ello me llamaste,
Porque también yo deseaba,
Fijar en ti mi mirada,
Para estudiar de nuevo,
La que creí mi clase aplazada.