Se despliega, nuevamente, el arsénico cielo
sobre el pobre que ha gritado paz con el sudor de su frente.
La isla brama, como no lo harà nuevamente,
con intervalos blancos de inconciencia.
Los ojos ven hacia adentro manchas negras, como serpientes.
Se alargan las noches, intensifica el calor, y lloran sòlo los niños
y aquellos a los que la inocencia plagò de dicha.
No recriminen al hombre en el poder, el es una pieza màs.