Cuando te estoy mirando
ya no veo más nada.
Me reflejo en tus ojos
tu en los míos te ves.
Hurgo tus pensamientos
tu abres mis aposentos
que cerrados estaban,
y al tú llegar se abrieron
como flores hermosas
al tocarlas la luz.
Esos reflejos dulces
los reflejos del alma
que de pronto se escapan
buscando algún refugio,
donde fijar su tienda
y jamás levantarla.
Son tus ojos mi vida
clavados en los míos,
con clavos que no hieren
porque son clavos dulces,
como dulces de niños
que inocentes comparten.
Dicen cuanto te amo
y cuánto me amas tú,
comunican al mundo
lo grande de este amor,
no dejan duda alguna
sobre este sentimiento,
que enlaza para siempre
la vida de los dos.
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