I
Crecer es saber alzar
la frente en cada ocasión,
es asumir la razón
sin derecho de agraviar.
Es criticar, valorar,
no enjuiciar a la ligera;
decir la cita sincera,
hacer del honor, el centro,
señalar sólo de adentro,
nunca hacerlo desde fuera.
II
Crecer es saber tener
la razón, sí se la tiene
y esa condición sostiene
el milagro de creer.
Es claridad ofrecer,
no faltar a la verdad.
Es mostrar una equidad
entre el actuar y el decir,
porque un hombre ha de vivir
sin perder su dignidad.
III
Crece justo el campesino
cuando su terruño preña
con la simiente pequeña
que asegura su destino.
Se crece sobre el camino
la bota que el suelo empalma.
Y no existe mejor calma
para su ropa mugrosa
que la honestidad que roza
la gran limpieza del alma.
IV
Se crece igual el soldado
desafiando la metralla,
en la desigual batalla,
sin saberse derrotado.
Se crece sí ha derramado
sangre suya en la trinchera.
Y como prueba sincera
de su causa, justa y noble,
permanece como un roble
siendo fiel a su bandera.
V
Se crece el intelectual
que arranca luz al papel
reproduciendo la miel
en la celda de un manual.
Se yergue todo el caudal
de su gran conocimiento.
Y crece con el acento
de la ciencia y sus renombres
porque el saber de los hombres
es de la moral, sustento.
VI
Se crece bien el obrero
en su fábrica ruidosa
tras la jornada gloriosa
y su producción de acero.
Se crece siendo el primero
en la ilusión de crear;
porque aquí, en el bregar
de su torno o de la fresa,
se fabrica una riqueza
digna para disfrutar.