Después del Amanecer
Se deslumbraba un aire de tranquilidad
En el corazón de una mujer
Con ilusiones de ensoñación
Con sus pestañas como alas de un ave
Que querían hacer volar sus ojos
Hacia el corazón de su amado
Que mostraba el cariño de;
Ese hermoso rostro.
Ella vierte una lágrima que;
Humedece sus mejillas de color ¡Rosa!
Por ese ¡Amor! De lejos
Que la hace sufrir hasta en los sueños
Por esa fatigosa distancia
Que los separa.
Sus ojos y corazón
A diario, los hecha al viento
Para acercarlos a su próximo encuentro
Y volver a vivir ese desfile de fantasías
Para que él, conozca sus pensamientos
Del interior de su alma.
Para que se dé cuenta
Que se encuentra atrapada
En las corrientes de un río de pasiones
Con sólo recordar su nombre.
Y volver a entrar en;
En esa honda noche universal
Que traspasa esos faroles
Del recuerdo
Donde esos brazos firme
Le daban la seguridad y tranquilidad
De una vida plena.
Autor: Hernán R. Cornejo Véliz