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Una silla en un cuarto vacío a oscuras;
se abre la puerta y él aparece tendido.
Fueron esos minutos por años de dura
lucha, que volvieron su valor asumido.
Hizo pausa para dar tregua al silencio
pues hace tiempo que venía llamando
sin saber que los hechos fueron sueños
habiendo tantas leguas marinas nadado.
El cuarto seguía con oscuridad prendida
mientras su mano sostenía cetro perdido
de una búsqueda que casi vacía su vida
pero, del esfuerzo, lograría su cometido.
Anidando sus hombros alas le crecieron
en señal que su tarea vería mayor altura
cuando el miedo ni la distancia pudieron
negarle amor como dicha con amargura.
Y así, de la misma forma en aquel cuarto,
donde la oscuridad aún brillaba su aliento,
partieron ella y él para dejarlo renovado
haciendo del mismo una escalera al cielo.
Vito Angeli