Isaac Amenemope

Caminos De Estancia

preferí llegar a que el alba de Kephri de la mañana palmara la hierba fresca sobre mis sábanas congeladas de gotas púrpuras. cuando los rios callan, el sol se oculta; los Lotos maduran, el viento desciende, caminan los arboles a donde el agua premura, vuelan los grillos sobre las hojas caidas, y mis ojos murmuran a las horas... por dónde empezar el día sin tu aliento en mi pecho, las horas marchitan de un lado y el fuego helado sobre mis costados.... a dónde se dirijen las mariposas cuando el otoño de un amor viaja veloz a través de mi alma disuelta sobre una sabana de centenares de estrellas que atisban mi señal de paz... quizás a donde el tiempo ni la distancia cuenta en los corazones e mi carne. donde las hojas pintan un prisma sobre las mansalvas orillas del rio despertar..... Hogar, eres tan pequeño como el jardín que habia plantado en la montaña un confidente abierto a las planicies del cielo donde las gacelas espantan al descuido abigarrado en el asombro. mas alla de tus puertas el silencio juega a detener las murmuraciones del arroyo, y la luz recogida durante milenios bajo las piramides del desierto, entre las ostras de la espesura, tras las cortinas de la niebla, se arremolina y fluye hasta las venas del envés, salta y se agarra a las puntas de la hierba, danza en cada prisma encendido por la tibieza dentro de la escarcha. vienen en mi camino cien mil amaneceres y mientras avanzo hacia su encuentro me sumerjo en la inmensa boca que se abre desde el este discurro por la garganta del valle y caigo rapidamente en el estomago del mediodia. soy el bocado de un Dios que se alimenta de sueños, que corre al borde de la vida para ocultarse entre la gente. y cuando la marea baja me descubre durmiendo tratando de aprender a soñar bajo la fugaz seguridad para poder tambien alimentarme solamente de sueños.