Tardes sin vida, a mi alma congelan,
por el frio eterno del cruel invierno,
te busco cerca de la hoguera,
para calmar el tiritar de los huesos…
Pero no estás a mi lado,
tu sonrisa huyó junto al ocaso.
borrando tus huellas va la espesa nieve,
y en la soledad buscándote mis ojos ciegos.
Luces tenues por escarchas reflejadas,
hojas doradas sobre el piso yacen,
les falta vida, les falta un suspiro.
Esperando tu piel de ángel,
confortable y suave como algodones,
se encuentran mis manos, petrificadas
por el frio de tu ausencia.
El tempestuoso libera serpientes,
sedientas de almas enamoradas,
como tú o yo por el mundo vagan,
ansiando una tibia morada.
Vuelve delicada y frágil flor,
impaciente el corazón espera,
liberarse de la helada prisión
con el fuego ardiente de tus besos.