Lázaro

El inevitable destino.

Cabalgo desde hace años sobre un mar de angustia,

las miradas ahora dañan y me asustan, vida injusta

que me azota con esta robusta fusta que es el miedo,

por ello encierro en mi interior un corazón tan fiero.

 

El acero que me cubre está ya más que oxidado,

el veneno de mis venas fluye a pesar de estar  sentenciado;

encadenado a mi destino,

sigo hacia delante desde que comencé el camino.