Recuerdo; aquellos tus tiernos besos perfumados,
como se recuerdan las noches de luna y vida.
Como la aguja que cosió la herida
y unió tu corazón y el mío ante Dios.
Recuerdo las andanzas tomados de la mano,
entre aquellas viejas calles, tupidas de otoño,
ahí; donde el alma, se tiñe de ensueño
al ver el retoño, de un nuevo verano.
Recuerdo tu silueta sobre el ventanal
y la luna recostada sobre la cama,
ávida de impuras manos, de aquel que ama
el tímido respirar, de tu pecho virginal.
Y recuerdo que nacías cual espiga,
en aquel dorado trigal de mi lecho,
y aunque tuve, tu piel junto a mi piel, es un hecho;
que hoy amor… solo puedo llamarte amiga.