Esta es una dulce historia cortita pero encantadora.
Él un hombre maduro, con tristezas en el alma
Que busca en sus horas solitarias un amor que le cautive.
Ella, cansada de haber soñado en ese amor tan esperado
Pero que nunca a su vida ha llegado.
Se encontraron entre verso y verso entre rima y rima
Sus nostalgias las juntaron.
En una noche sombría él con un ramito de rosas
Que en su mano se encendía, se la ofreció
Al ella que de verdad la quería.
-Gracias por llegar a mi alma con tus rosas
Por ilusionar mis horas por indagar en mis sueños.
-Te las entrego gustoso con el deseo ferviente
De que perfumen tu vida de que rocen tus mejillas
Como un dulce beso de una pasión encendida.
Pero seré más feliz el día que en vez de estas rosas
Aceptes mi corazón que está lleno de ilusión.
De saber que hoy, tú estás en mis días.
-te lo acepto gentilhombre y agradezco tu detalle,
Tu corazón me sirve
para saber que deje una huella indeleble
en mi paso por la vida.
lo cuidaré con cariño en un lecho
para él adornado con piel de armiño.
-pero mi dama encantada en mi pecho quedará
Sin mi corazón un espacio vacío, y ¿con qué se llenara?
Ofréceme tú corazón para que ocupe el lugar
De ese corazón que se fue siguiendo tu camino.
-tómalo entonces amigo, toma este corazón dolido
Y cuídalo por favor que suele ser muy querendón
Y en aprietos te pondrá.
-de cien cosas tuyas me gustan ciento una le dijo él.
-y cuál es la una tímidamente preguntó ella,
-Tu alma , mi pequeña le respondió cariñoso él.
Y así,
Siendo amigos intercambiaron sus corazones,
Y van por el mundo cuidando él el de ella
Y ella el corazón de él.