Yo te tuve entre mis brazos
aquella noche de aquel día,
y te tuve entre mis manos
mientras tu alma se moría.
¿Dónde fuiste aquella noche,
aquella noche de aquel día?
yo gritaba, grite tu nombre,
y lloraba y maldecía.
Besé tus labios sin aliento,
cerré tus ojos, ya sin vida,
y así, abrazado a tu cuerpo,
murió la noche y llegó el día.
Todos dicen, desde entonces,
que soy un muerto que respira,
un extraño que en las noches
llora tu nombre y suspira.
Yo te quise y aun te quiero,
te amé tanto, vida mía,
que en las noches, cuando duermo,
me llora el alma todavía.