Desde tu adiós este llover acuchilla mi piel intacta de veranos…
Cada gota me inscribe lejanías
en la muralla dilatada de encuentros;
penetra como púa hasta la sangre para herirme
con aguaceros de nostalgias...
Los aguijones me vienen
cual llovizna convocada en la carne…
Y el delirio de la piel me precipita
a nuevas soledades:
silencio,
distancia.