Se dió otra vez,
ninguno lo esperaba.
Mi mano austera había perdido el rumbo
tu piel dormida la noche transitaba
nos encontrábamos apenas en un mundo
de quince años, en una misma cama.
Se dió otra vez,
tus labios despertaron.
Un parche agudo, salvaje, fué mi pecho
enredaderas,
madejas,
¡mucho hambre!.
Revolución... anoche.
Todo un hecho.