il peccatore

DiscusiĆ³n Enmudecida

Un silencio necio e inoportuno… letalmente bullicioso y con sabor a metal,

Se adueña de nosotros, hasta el punto de ensordecernos la felicidad.

La tranquilidad ha sido efímera,  era de esperarse hoy. El temor asoma.

Y aun no entiendo quién o qué desato el monstruo, ni por qué.

 

Ojos somnolientos que se ocultan dándose la espalda sin razón,

Con unos dedos que buscan entre tus manos encontrando un puño cerrado.

El silencio, las preguntas sin respuestas y la desolación. Tu callado.

Esta es la víspera del desastre... el augurio del dolor, la amargura.

 

Unas lágrimas que se derraman secretamente sin salir.

Mi garganta se ha hinchado de tanto llorar y ni he empezado.

Un motivo tonto sin motivo es lo que nos ha enmudecido,

Razones inaparentes, carentes de vida, nos han hecho enojar.

 

Te has volteado y me he ido. Discutir sin hacerlo, pero sí sentirlo.

Llanamente no somos ayer, y no vemos donde empezó el laberinto.

Tristemente no sé  a qué hora acaba y o si tiene solución este tormento.

Enfurecidos y sin armas. Sin encañonar en la lengua las palabras.

 

La noche se ha vuelto larga, tortuosa, miserable y agobiante.

¡Estoy tan cansada!... El ímpetu de la ira que me saco de la habitación

Me ha llevado al mismo balcón en el que solemos sentarnos a reír,

El que ahora se ha tornado desagradable y forzosamente solitario.

 

El vacío, con un dolor en mi estómago que casi no me deja escribir.

¿Y tú qué? ¿Duermes mientras se me infla de insomnio el pecho?

¿Qué hacer? ¿Quién tiene la razón?... ¿Y de qué razón hablamos?

Una A.M. ... Ya discutimos y ni siquiera hemos movido los labios.