Hay mucha gente en el mundo
a quien nada le preocupa
si no ha comido el hermano.
Se sienta orondo, ufano,
en cualquier buen restaurante,
y le pide a los meseros
que antes de traer la carta,
echen del lugar primero
al que no ha probado un pan.
¡Que conciencia tan podrida!
¡Que mente tan retorcida!
Como si al final el necio
no fuera a parar un día
con sus lujosas mortajas,
en el lugar donde irá
ese ser que él menosprecia.
A veces suceden cosas
difíciles de explicar,
aquel que agravia...olvida
y el agraviado...recuerda.
En la finísima cuerda
sobre la cual se camina,
el pobre...rico se hace
y el rico...pobre termina.
Pero aquel que un día fue pobre
aprendió mucho en la vida,
por eso con alma humilde
da las gracias cada día,
y si el pobre se aproxima
le da su propia comida.
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