MIRIAM RINCON U.

Mi Tormento.

La suerte casquivana

a veces se me esconde,

distraída, mundana,

me apremia el buscarla

y me pregunto... ¿Dónde?

 

No entiende para nada

lo punzante en las noches,

del dolor de aguijones

que taladran mis huesos,

haciendo que me pierda

en ayes y lamentos.

 

Son horas de agonía

orando, suplicando

al Señor de los cielos,

que me duerma unas horas

para así descansar.

 

Pero escucho los gallos

anuncian que amanece,

y mis ojos cansados

abiertos aun están.

 

La oscuridad da paso

al sol de un nuevo día,

y el cuerpo lacerado

sufriendo continúa.

 

Mas a pesar de eso

me sonrío y bendigo

pues nadie tiene culpa

de mi calamidad.

 

Sé que si alguien pudiera

aliviar esta pena,

segura estoy lo haría

por ser un alma buena.

 

 

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