No vengas cuando esté muerto
a derramar inocentes lágrimas sobre mi tumba,
a pisotear alrededor de mi cabeza caída.
Atormentar el infame polvo no nos salvará;
deja que el viento me acaricie y que las aves me lloren,
Pero tú, aléjate.
Niña, si esto fuera un error o un crímen,
poco me importa, siendo mi existencia maldita:
Enlaza tu mano con quien desees,
pues cansado estoy del Tiempo,
y mi único anhelo es descansar.
Pasa, corazón débil,
y abandona este lecho de tierra.
Aléjate, no retornes jamás.
Remy Santino Legvau Marella