Con mis manos,
enamoradas,
le escribía,
sobre,
su cuerpo,
de pasión,
bellos poemas de amor.
Con la luz de mis ojos,
alumbraba,
el universo,
de los dos.
Con mis palabras,
embelesadas,
supe exprimir,
los sentimientos,
de mi gran pasión.
Pero ella,
se apagó,
y la soledad,
de todo,
se apodero.
Ya brisa,
no refresca,
ni el sol,
tenía el mismo esplendor,
las noches,
se convirtieron,
en sombras,
y mi lecho,
en sólo,
un colchón.
La alegría,
de pronto,
también,
se extinguió,
todo se torno frio,
hasta el tono,
de mi voz,
cambio.
Mi mirada,
que era altiva,
también sucumbió,
se arrastra,
al ras
de mis pasos,
que también,
se abrumó.
Mi voz de poeta,
sólo habla,
de soledad,
ya no hay,
noches de besos,
de todo se adueño,
la orfandad.
Subsisto,
en aislamiento,
encierro,
llantos secos,
un nudo eterno ,
en la garganta
y una viudez,
que no puedo,
soportar.
La vida,
me despojó,
de lo único,
que amaba,
y la soledad,
esa voz,
sin sentido,
que llora,
desde el silencio,
me apresa,
sin piedad.