Un leve movimiento de ideas inoportunas
camina el manso aroma del firmamento.
Examino mi temblor ante los dioses
del ayer
para comprender que los hombres
son trivialidad y miedo inmutable.
No existe un ideal perfecto:
por cabeza podemos buscar
la perfección bajo los escombros
de la costumbre,
del arrepentimiento
y la forzosa purificación.
Solo frente al chaparrón
de hechos inconvenientes
mi penitencia grita
perpetuidades.