Luis Rayo

ME LLAMO HUICHOL

 

Años ha que me dicen el indio,

pero me llamo huichol,

huichol de petate en suelo,

indio de desprotegido desierto.

 

Vivo en una región de crisol,

donde las tempestades no llegan

y el viento sopla arrastrando el dolor,

vuela el polvo y hasta vuela el girasol.

Quizá por eso sea mágica esta tierra,

donde quedó enterrado el desierto del sol.

 

Misticismo fundido en piedras

que guardan secretos, hoy socavado,

les invaden tierras, autorizan mineras,

dejando girones del huichol agraviado.

 

De tanto y tanto reclamo al dios de la justicia

ya se han agotado las fuerzas de la voz sonora,

y el dirigente sigue opaco al clamor que ignora

ante el lamento del cansado huichol,

y ante la tristeza del venado azul.

  

La yerba ya muerta rueda sin cesar,

se ignora a la etnia, pues indio le han de decir,

es como un fantasma del desierto desecado

pues ser un indio todavía es pecado

que el mestizo aun no ha perdonado.

 

Púdranse los descendientes de la víbora masacuata

por haber permanecido en el limbo y no haber hecho nada

a favor de la tierra sagrada de Wirikuta indignada.

Así que llegamos a la ruindad y al desprecio,

pues prefirieron unas cuantas monedas de cambio,

que proteger las tierras con aprecio.

 

No pido a los dirigentes que despierten,

mejor imploro al nopal que reverdezca,

pues es más factible que él me escuche,

que despierten los dormilones zopilotes carroñeros.

Ya no les pido que hagan algo por los mexicanos

pues es más fácil perseguir dineros

que enterarse de la ayuda a los necesitados.