¡Ah! Eres tú. Pasa, siéntate.
Espero que estés bien,
estés donde estés.
Me alegro de verte.
Hoy vengo a escribirte.
Espero tener suerte,
y que me quepa en un cuaderno
todo lo que tengo que decirte.
Decirte que te hecho de menos,
porque ya nunca estarás conmigo,
tú; que viviste entre los senos
de las encinas, entre mirlos y ortigas,
tu; que trazaste tu sino sin ser cartero
de miradas frías, fuiste testigo,
un rato, de como crecía.
Te llevaré por siempre en mi sangre
y por si en un alarde se alían vanidad y olvido,
estas líneas me recordarán que siempre te he querido.
Para mi abuelo, nunca sabré si supe quererte,
cuando te lo iba a preguntar, ya te habías ido.
Espero que algún día volvamos a encontrarnos
y nos paremos a hablar al borde del camino.
Vivirás en mi recuerdo, porque siempre estás conmigo.