Como el Caribe indomable
se me antoja tu lenguaje,
tu boca dulce brebaje
de nuestros indios Wayuu,
todo eso y más eres tú,
con esa sonrisa leve
en la cual tus dientes son
de nuestros Andes la nieve,
ni hablar de tu corazón
que es grande, como un estero
de nuestro llano apureño,
por eso es que yo me empeño
en decirte que te quiero.
Tus ojos son tan oscuros
como el río Caroní
y cuando en ellos me vi,
todo era limpio y puro.
Tus cabellos son bravíos
como los indios Pemones,
más bellos son tus pezones
que me infunden nuevos bríos;
tus senos son nuestros páramos,
la cuna del cóndor rey
y para mí no hay más ley
que recordarte que te amo.
Tus brazos como dos istmos,
las penínsulas, tus manos;
si me rozas o me abrazas,
eso y el cielo es lo mismo.
Lo sinuoso de tu vientre
son los médanos de Coro,
por eso tan solo al verte
yo te digo que te adoro,
nuestro lago maracucho
se circunscribe en tu ombligo
y por tal lago me obligo
a quererte mucho, mucho!.
El delta del Orinoco
ostentas bajo tu vientre
y al beber de tu vertiente
al punto me has vuelto loco.
Y loco llego a tus piernas
erguidas cual Palmas Solas
que me envuelven suaves, tiernas,
como a un bañista las olas.
Si por el norte eres bella,
por el sur, aun te superas,
tu naciente es luz de estrellas
y tu poniente, ni vieras!
Cuando yo me adentro en ti
explorando El Amazonas
una canción dulce entonas
y me enamoras a mí.
Entonces mi Niña amada
en nuestro orgasmo sucumbo
que estalla cual de la nada,
como el rayo del Catatumbo…