Hay días de días en que las cortinas del aire destierran las formalidades de las cosas y quedan los cánticos de tu silencio como granadas misericordiosas. Mi cama y sus huesos, mi lámpara y sus torvas cenizas, la palma de la mano del piso dispuesta a cerrarse de un solo golpe, aprisa. En estos días todos tragan su voz, las aves escriben su canto vivencial, los árboles atrapan la lluvia con sus multiplicadas manos verdes, las campanas, en esos días, son ateas, callan como piedras submarinas, la mar laguniza su existencia, nada irrumpe tu silencio, pero solo yo lo oigo, oigo tu silencio como un manantial aéreo que a mi pecho ensordece.
LRL
15-8-2011