En cuantas ocasiones,
me he extraviado,
como relámpago solitario,
que llega sin sentido,
a cualquier lugar,
sin que nadie,
me espere.
Con el corazón,
lleno de flores
y en la lengua,
mil palabras,
dormidas,
Me recuesto,
sobre la almohada fría,
soñando,
con una tibia caricia
y un dulce beso,
que no sea,
de despedida.
Vivo perdido en el mar,
del desamor
con mis manos vacías,
el corazón inquieto,
buscando,
por las calles desiertas,
algún te quiero.
Mi existencia,
no tiene sentido,
porque soy agua,
sin río,
navegando,
entre piedras
y olvidos.