Despreciable creatura es lo que has sido,
con tu palabrería insana
me llenaste el corazón con la amargura
de tu verbo y tu lengua profana.
Me robaste la ilusión es un respiro
al inhalar tus fétidos desdenes;
quebrantaste en mí todos los sueños,
cautivos en el alma cual rehenes.
Taladra el plañir de tu bajeza
el hueso del cráneo ya abrumado,
colmando de ácida aspereza
el sórdido pensar desesperado.
Con tus miserias adheridas a este cuerpo,
me niego a continuar en despoblado,
regurgitando la hiel de tu simiente
empezaré a avanzar, dejándote de lado.