Sentencia de besos y posesión,
clímax inefable de fuego carnal.
Ardor que recorre el cuerpo,
en tenencia del alma.
Doble monólogo desequilibrado,
angustioso, incoherente;
germen irrefrenable de extraversión.
Imágenes eróticas,
gráciles, capaces de pulular en la estrechez del
abrazo;
Dueto histórico y humano,
del músculo contráctil
y las neuronas apasionadas.
Esperma cálida que brota incontenible,
que se adhiere a la piel
y moja las sábanas.
Vuelo de alas, sin barrotes oscuros,
libertad de la vida sin ataduras.
Senderos floridos por donde avanzan,
colmados de lujuria,
los cuerpos desnudos.