Viejos robles
que lloraban
entre la seca
de agosto,
encinares
del ejido
en la campiña
de España.
Hacienda
de espectro
doliente,
abandonada
a su suerte,
está la huerta
infecunda
sin las fatigas
de azadas.
No hay arroz
sin agua clara
en campos
de La Serena,
agostada está
la tierra,
la blasfemia
de la crisis
se alimenta
de tu cena.
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
17 de agosto del 2011