No sabes cuánto lloro por ti
y ahora solo vivo en el regazo de tu recuerdo.
Que dolor me causa esta fría mañana…
distraídamente te escondes en el guiño de mi soledad
y aquí estoy tratando de conocer
este camino lluvioso
que me ve desvanecer suplicante
caído en las ramas mustias.
No sabes cuánto lloro,
y hoy fue el día que más traté de ver tu rostro
en esta copa de vino amargo
que endulza mi alma en cada recuerdo tuyo;
un veneno dulce.
Con la neblina de mi deshago
trato de enjugar este corazón marchito
que se queja silenciosamente.
Que puedo hacer dulce veneno
para dormir sin la miseria de mi llanto
en la fría piedra que descansa mi cuerpo...
No, no puede ser…
estas como quemándome.
Este corazón adormecido y débil
está que llore
en la irresistible caricia de tu sombra al amanecer.
Amor, no sabes cuánto lloro
en la desesperación de que vuelvas,
ya que vas volando en el infinito
de mis gritos mudos.
Veo el cielo tratando de comprender
el desgarrador abrazo del viento,
tan fría como esta mañana triste.
No sabes cuánto lloro para cicatrizar
estas heridas de amor
que me produjo tu dulce veneno…