Ricardo el vedado de Irene

También yo

También yo me estoy muriendo, cuando la distancia ésta de por medio y volver a tocar tu piel es peligroso; ya no quiero volver a la fantasía.

 

Esa incorruptible calidez de tus ojos castaños parece sorprenderme cada parpadeo.

 

También yo me estoy muriendo al recordar la calidez de un sol placido entrando por los vitrales en ese otoño de descubrimientos, cuando el suelo se tapiza con el rojo de las hojas tostadas, cayendo hoy, con todo su peso sobre tu ausencia.

 

Pero hoy también resucito para perseguir esencias que me aproximan. Ya no soy el mismo joven que te encontró y la unión en lasos nupciales me ampara y nutre como el deseo.

 

Ya no soy el mismo que temblándome la voz dilato en hilar palabras de amor, tu me das seguridad con tu paciencia y también me das nostalgias cuando te ausentas.

 

Pero el deseo crece y explota y hoy te estoy amando como amo tus momentos, como amo tus gestos y tus ausencias donde alimentas y vivificas la dicha de tenerte cada mañana entrando como el sol por los vitrales de mi alma.