Dejame amarte en silencio
como ama calladamente el ave,
su raudo vuelo que parte
el aire del sofocante estío,
dulce bien mío
En la penumbra de la invernal noche,
o en el quieto atardecer de un pueblo;
entre la muchedumbre en que me pierdo,
dejame amarte en silencio.
Que mi hálito se confunda con el sueño
bajo las sombras de mi lúgubre lecho,
sin que nadie perciba o intuya
el secreto de muy adentro:
tan extraño sentimiento.
Que no haya un solo reproche
ni un lamento, ni una queja,
por este amor que es muy mío
por este amor que es silencio.
Ya vendrán las apacibles horas
cuando en mi pecho se aquiete
el recuerdo de un imposible
de un imposible y eterno:
sentimiento dulce y tierno
Sigue pues tu triunfal camino
mientras yo te miro desde lejos,
con este amor que es muy mío,
con este amor que es silencio
Héctor Figueroa Toruño
hondureño