Para seguir bebiendo de tus ojos tus miradas
y brindando con las copas de laureles
y con el vino de las noches estrelladas
tu figura angelical entre claveles.
Ven a mí
Del silencio de los altos pechos,
me llevan a llamarte en remolinos,
con vientos heridos y maltrechos,
en mi deshecho corazón de torbellinos.
Y tú, como el alma mía,
en mi corazón resurges
en el hechizo y la bravía
de la esperanza que ansía.
Ven a mí
deja que con el murmullo
del agua yo te arrulle,
bajo el ahuehuete milenario,
y amor que se zambulle.
Deja que tu nombre
en el río vaya impreso,
Y deja que los vientos
nos lleven de regreso,
para que siga bebiendo
en tus ojos mis sueños,
donde te sigo sintiendo
entre besos hogareños.