De la pared de ladrillo que dice agua por todo el olor.
Del la tele que mira el cuarto a donde te invoco,
su polvo de mi piel, las manchas de café ;
Y su risa que le hace otro nudo a mis quijadas.
De la leche incrustada en los vasos rotos bajo la cama
De las setentai cinco colillas, con nombre, de los últimos dos días,
De sus cenizas que forman tu nombre,
Del libro esparcido en forma de vía láctea:
Allà Chumacero recordándote desde la piel,
Aquì Sabines diciéndote mentiras
Acullà Paz y tú en la Piedra del Sol, en sombras de serpiente sabor veneno
Entre mis ojos que observan la galaxia en mi tapete.
Del foco roto,
los astros en forma de hoyos en la pared que detiene mi cabecera.
Del frio que hace màs nudos
De las sabanas que tapan las ventanas,
De tu ropa interior agusanada en mi burò,
Del semen en los calcetines y cortinas,
De la lluvia que nadie invitò a mi zapatos,
De los retazos de licor en el lavabo,
De las botellas rellenas, de las vacías, de las que llegaràn,
De la imagen de Krisna, del incienso,
Del ruido grilloso,
De las pisadas de hormiga, sobre las de cucaracha,
De los sancudos saciados,
De mi sangre en ellos,
(De mi sangre)
Y de la soga en la viga como boca abierta,
Como invitación de bodas
De eso hazme la mortaja.